Esta primera temporada resultó caótica en cuanto a cuestiones organizativas. Por una parte, a pesar de lo que reflejaba la hoja de inscripción o el mismo calendario de competición, nuestros partidos no se iban a jugar en el Colegio Gallego Gorria, vecino del Instituto Escurce, del cual tomábamos el nombre del club. Fue una simple idea (la de jugar nuestros partidos en el campo de este colegio), manifestada en una serie de papeles que la federación nos instaba a cumplimentar, pero lejana a la realidad. De hecho, ante la falta de un campo de balde donde jugar nuestros partidos como local, decidimos disputar todos los encuentros en la cancha del equipo contrario. Eso sí, cuando nosotros constábamos como equipo local en el calendario, el cargo de las tarifas arbitrales nos tocaba abonarlo. Esta "anomalía" en el habitual funcionamiento de un club federado se produjo solo durante la primera fase, jugando y entrenando en la segunda, en el Instituto San Adrián, por mediación de Álvaro, uno de los jugadores.
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Por otra parte, en lo concerniente al equipaje para los partidos, se optó por usar camisetas blancas que habían sido utilizadas por varios jugadores en el Instituto Escurce, aunque no había para todos, y las que había no destacaban por su distinguido porte; por tanto, hubo que comprar algunas más. Se trataba de ahorrar dinero, mas lo que conseguimos fue ofrecer una escasa imagen de uniformidad en la vestimenta, que nos ocasionó alguna multa federativa.
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