Al año siguiente, se oficiaba la misa y posterior banquete por las nupcias de José y Olaya. La jamada, en el restaurante Landatxueta, de Loiu, nos dejó el apetito bien saciado, por lo menos para las siguientes semanas, y la embriaguez etílica a punto de hacer aparición. Fue una gran velada, rodeados de buena gente, y en la que me gustaría reseñar especialmente dos anécdotas, porque contaron con la colaboración de los representantes de Parque. Por un lado, la encerrona al novio en el baño del restaurante, y por otra la competitividad masculina que hubo para ser el más elegante de la boda. En este aspecto del convite, Sergio pugnaba con Jon y Carlos, mas su habitual porte señorial no fue suficiente en esta ocasión para discutir a sus competidores, y sin embargo colegas, el galardón de invitado más elegante de la gala. Aunque, sin duda, y como sigue siendo habitual en cualquier boda que se precie, los más elegantes, los protagonistas, aquí fotografiados.
Para esta ocasión no hubo despedida de soltero; al menos, que recuerde. Sí la hubo, sin embargo, en las siguientes bodas, para las que tendríamos que esperar, nada menos, que cinco años. Para entonces José y Olaya ya estaban próximos a tener descendencia. Una pareja de primer nivel, de baloncestistas (ella, jugando en Centro Burgalés), cuyo recorrido hasta la nombrada boda fue largo. La paciencia de ambos fue una virtud, y aquel 28 de junio nos congratulamos por ello.
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