Fue Asier el "causante" de que entráramos a formar parte del ámbito extraescolar del colegio Zurbaranbarri. Como ex alumno del mismo, lo propuso como futuro lugar de entrenamientos y de partidos, en una época en que el gimnasio del colegio Arangoiti, donde entrenábamos, ya se nos quedaba pequeño, y en que, aunque no estábamos mal jugando en el colegio Salesianos, nos parecía más interesante entrenar y jugar en un mismo lugar, y a un coste más reducido.
En aquel curso, sin embargo, al haber empezado a entrenar en el colegio Arangoiti, en la solicitud formal que aportamos al colegio el 23 de enero del 2008, únicamente pedíamos la cancha para jugar los partidos. De esta forma, y tras cumplir con los demás trámites burocráticos pertinentes, el 9 de marzo de ese mismo año, jugamos nuestro primer partido en Zurbaranbarri, que perdimos por 44-45 ante Lagunok.
La segunda fase de la temporada 2007-08 la jugamos ya en nuestra nueva sede. Comenzamos con un amistoso que perdimos, mas la primera victoria en Zurbaranbarri llegó en el primer partido oficial, frente a Gaztelueta, por 67-54. El equilibrio en la anotación interior-exterior fue clave; Asier aportó 19 puntos, Carlos, 16, y Jose, 11. Nuestra siguiente victoria tardó más en llegar. Fue tras cinco derrotas, que conseguimos un triunfo de mérito, en la cancha de Paúles, por un punto de diferencia. Esa fue nuestra segunda y última victoria en la liga de ascenso, aunque aún nos quedaba una última jornada...
A pesar de ser los últimos de un grupo de seis, merced a los resultados de los otros equipos, la victoria en el último partido nos hubiera llevado a la cuarta posición, que a posteriori hubiera sido suficiente para ascender a Senior Preferente. Sin embargo, el partido de finales de mayo en Zurbaranbarri, frente a Unamuno, certificó el adiós al ascenso de categoría, por segundo año consecutivo.
Fue un final decepcionante, y triste, porque a la derrota, que se antojaba había sido obra de nuestros deméritos, más que de las virtudes del equipo visitante, se unía la despedida de Jose Fernández.
Aquel final del partido fue tan calamitoso como lo había sido todo el tiempo anterior, mas con el agravante de que flirteó con el surrealismo. En un tiempo final (no sabría decir si fue un minuto, o fueron dos), en lugar de tener paciencia y fe, para dar la vuelta a una diferencia en el marcador, que por otra parte no era tan abultada, o en lugar de buscar, al contrario, medidas desesperadas para igualar el resultado, se fueron los pensamientos, más bien, a la despedida de nuestro pívot, y a cómo poder homenajearlo como merecía. Se me olvidó, quizá, que el mejor homenaje en una fase de ascenso es ascender...
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