Si a alguno de los más veteranos se le menciona la palabra "espalderas", seguramente lo asociará, de inmediato, con Unai. Y ya relacionados Unai y espalderas, solo queda un elemento para completar el triunvirato de aquellos años, que van desde el 2002 al 2008. Este es, el colegio Arangoiti, en cuyo gimnasio Unai aprovechaba estos artefactos gimnásticos, para quedarse colgado cual simpático antropoide.
Porque si por algo es recordado, seguramente, nuestra estancia en aquel colegio es por esto, por los espectáculos de un rookie. Sin embargo, hubo más recuerdos, unos cuantos más, que nos evoca este colegio.
Colegio Arangoiti
Costaba un cierto esfuerzo llegar hasta allí arriba; no tanto si se utilizaba el transporte público, cuyas paradas se aproximaban unos metros a la entrada, pero si por osadía, o simplemente, por voluntad de hacer una actividad física, se optaba por hacer el recorrido a pie... Llegar a Deusto no suponía un gran gasto calórico, mas recorrer la Subida Capuchinos de Deusto, sí. Cuando alguno que otro subía la dichosa cuesta (habitualmente, solo Unai y yo osábamos hacer el recorrido a pie), solo nos restaba recuperar el aliento en los metros que nos separaban del colegio.
Subida Capuchinos. Rampas últimas
Una vez allí, nos encontrábamos con Javi, el amable conserje, siempre dispuesto a echarnos una mano. También veíamos, si mirábamos hacia arriba, el frontón con que contaba el centro, que sin embargo casi nunca usamos; solo en alguna ocasión, cuando algunos de los jugadores decidieron utilizarlo, mas no recuerdo si con intención de ejercitar el frontenis, o bien otro deporte, como fútbol o basket.
Además del frontón, teníamos la pista de baloncesto, más o menos reglamentaria, también usada para el fútbol sala. El problema de aquel campo es que era descubierto, y lo utilizábamos sobre todo en primavera, si el tiempo lo permitía. En realidad, no era la atmosférica la única razón para entrenar mucho más a menudo en el gimnasio que en el patio. También se imponía la circunstancia, demasiado habitual en esa época, de la escasa afluencia de gente en los entrenamientos, lo que permitía que un gimnasio nos bastase para entrenar.


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