Relatar todas las lesiones que han sufrido los jugadores de Parque durante más de veinte años es, quizá, una insensatez. Por ello, trataré de comentar solo las lesiones más importantes.
La gran mayoría de los percances tuvieron relación con las extremidades inferiores, si bien hubo algunos localizados en otras partes del cuerpo. De narices rotas saben algo José Fernández y Carlos. Al primero se la rompieron en Txurdinaga, durante la primera temporada, a raíz de lo cual tuvo que ser operado. Y al segundo, en la 2000-01, en el colegio Montaño, recibiendo un golpe desafortunado que lo llevó también al hospital. En este partido fue, cuanto menos curioso, que con la cantidad de contactos que hubo propiciados por el equipo local, en aquel campo resbaladizo a causa de la lluvia, la lesión se produjese, sin embargo, en una acción fortuita.
La gran mayoría de los percances tuvieron relación con las extremidades inferiores, si bien hubo algunos localizados en otras partes del cuerpo. De narices rotas saben algo José Fernández y Carlos. Al primero se la rompieron en Txurdinaga, durante la primera temporada, a raíz de lo cual tuvo que ser operado. Y al segundo, en la 2000-01, en el colegio Montaño, recibiendo un golpe desafortunado que lo llevó también al hospital. En este partido fue, cuanto menos curioso, que con la cantidad de contactos que hubo propiciados por el equipo local, en aquel campo resbaladizo a causa de la lluvia, la lesión se produjese, sin embargo, en una acción fortuita.
Alfonso fue otro que tuvo mala suerte, al lesionarse una de las muñecas, al tropezar durante un entrenamiento en un ejercicio que consistía en correr marcha atrás, y hacer un mal apoyo con dicha muñeca. Tras aquella lesión no volvió a jugar más en la temporada.
Iban, que tuvo dos incómodas lesiones de tobillo, ambas en la temporada 2010-11, sin embargo, nos preocupó más dos años antes, durante un partido en el polideportivo Ixerbekoa de Zornotza. Su exceso de ímpetu lo conminó a lanzarse a recuperar un balón, y al hacerlo se dio contra la base de la canasta. En esta acción, su cabeza chocó contra el poste de hierro, a consecuencia de lo cual se abrió una brecha, y fue al hospital. Fue un buen susto, y al mismo tiempo, un buen cabreo, al oír los silbidos de una parte de la grada local cuando Iban estaba en el suelo tendido, tras el impacto. Quizá esos confundieron el baloncesto con el fútbol, y pensaron que Iban estaba fingiendo en el suelo, perdiendo tiempo. Aquellos silbidos ha sido uno de los comportamientos más antideportivos que he vivido en toda nuestra historia. Quizá hoy aquellos energúmenos sigan silbando entre los de su misma especie.
Creed. La leyenda de Rocky
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