miércoles, 21 de noviembre de 2018

Uno es bueno y nos vale (4). Air Manu

Al igual que la temporada 2006-07 (la del décimo aniversario) fue prolífica en asuntos noticiables, y ha protagonizado ya varias entradas de este blog, la 2002-03 no se queda atrás. Aunque apenas he incidido aún en todo lo acontecido durante aquel curso, en esta ocasión sí haré referencia a la temporada en la que, posiblemente, jugamos el partido con mayor cantidad de fallos en tiros libres.
Si bien en la entrada anterior mencionaba que la racha de tres partidos consecutivos con al menos 20 fallos desde la personal, parecía difícil de igualar, anteriormente (acabando ese curso 2002-03) ya habíamos padecido un desastre mayor, fallando en Gaztelueta nada menos que ¡26 tiros libres! El 17 de 43, teniendo en cuenta que perdimos por 9 puntos de diferencia, se antojó decisivo. Y aunque entonces no pareció más que una dolorosa derrota, al finalizar la liga en tercera posición, pero empatados a victorias con el segundo clasificado, una inercia mental pesimista podía llevar a la reflexión de que aquel 1 de mayo del 2003, los 26 fallos desde la línea, no solo nos habían hecho perder un partido, sino algo peor: un subcampeonato de liga.
De este partido, que mi memoria querría haber olvidado, ya apareció en otra ocasión una referencia en este blog, mas por un motivo distinto (ver Cambios curiosos).

Si las connotaciones de ese partido en Gaztelueta fueron negativas, hubo otro encuentro con parecido nivel de desacierto desde la línea, del que, sin embargo, se guarda un recuerdo más agradable; en parte por lo anecdótico, en parte por la épica de la victoria. Porque en la temporada anterior, en el colegio descubierto J.R. Jiménez, de Barakaldo, el 10 de 32 en tiros libres, sí tuvo una buena justificación. Y también la tuvo el jugador que "colaboró" sustancialmente en ello, con un 5 de 22.
Aquel día, las rachas de viento que nos acompañaron durante el partido desviaban los tiros (no exagero en tal aseveración), provocando que hubiera que ganar el partido como se pudiera, aunque desde la línea de personal se antojaba muy difícil. Aquella "épica victoria", como titulaba la crónica del match, tuvo dos claros protagonistas. Por una parte, el viento, que no he visto con esa fuerza en ningún otro partido que hayamos jugado en un campo descubierto. Y por otra parte, Manu, y no solo por su terrible racha de tiros libres, sino por su aportación durante el partido. En la victoria por 49-53 a Independiente, a pesar de todo, anotó 21 puntos.
Aquel partido, que por su juego y trascendencia, posiblemente hubiera permanecido como uno más de nuestra historia, el viento se encargó, no solo de desviar los tiros libres de Manu, sino también de dejarnos la impronta de una curiosa anécdota. Fue el día en que Manu luchó contra los elementos.


Aire
 
 
 

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