Fue quizá el del viernes por la noche el acto más entrañable del fin de semana. Por lo que suponía de reencuentro con personas que habían formado parte del club, y que hacía años que no veíamos, y también por la mezcla generacional que se dio en aquel pub bilbaíno. El pasado y el presente se conocían, auspiciados por un autodenominado club de amigos; aunque algunos de aquellos, los muy veteranos, con el tiempo se convirtieron en pasado, en presente, y también en futuro.


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