El décimo aniversario (3)

El sábado por la tarde fueron las semifinales del torneo del décimo aniversario. En la primera de ellas, un equipo llamado Siglo XIX (alusión irónica a Siglo XXI, equipo al que se había vencido unos años antes), se enfrentaba a un equipo llamado ¡Aficionados!, que estaba compuesto, curiosamente, por aficionados del club. Por Siglo XIX participaron, y ganaron: Hermann, Agustín, Patxi, José Solozábal, Aritz, Osaba, Mikel García, y Mario de entrenador. Y por ¡Aficionados!: Roberto, Andoni, Gonzalo, Álvaro, Iban, Sergio, Gavi, Jimy, Fátima, Luis, e Iban Redondo de entrenador. Tras acabar cada partido se hacía una votación en la que cada equipo votaba quiénes habían sido los mejores del equipo contrario. Así, en Siglo XIX salieron elegidos, Aritz (del que la crónica dice que hizo mates, aunque no queda claro si durante el partido o en el calentamiento), José, y Patxi. Y por ¡Aficionados!, Álvaro, Andoni, y Fátima.

 

La segunda semifinal enfrentó por un lado al equipo federado oficial, Parque X Aniversario, compuesto por Gorka, Unai, Raúl, Emi, Jose, Iván, Asier, Manu, Carlos, Txemi, y Elena y Yolanda como entrenadoras. Y por otro, a Escurce-Muelles Cobra, compuesto por algunos de los ex jugadores más veteranos, como Jorge, Carmelo, Mikel García, César, Juan, Txus, y Álvaro Zorrilla.

Según las votaciones, los mejores fueron, por Parque X Aniversario (que ganó el partido, claro): Manu, Carlos, y Gorka. Y por los veteranos de Escurce: Jorge, Txus, y César.

La jornada conmemorativa se prolongó en el restaurante de Casa Galicia, en Bilbao, donde nos esperaba una entrañable cena con variada gente (aficionados y jugadores). Allí estuvieron: Alfonso, Roberto, Álvaro, Mariví, Txus, Luis, Fátima, Jorge y esposa, Unai, Iban, Asier, Sergio, Manu, Yolanda, Jose, Olaya, Emi, Carlos, César, Sonia, Almudena, Gonzalo, Mario, yo mismo, Jon, Iván, Nuria, Txemi, Raúl, y Juan. En suma, una multitudinaria cena en la que compartimos chistes y anécdotas. Aunque quizá lo que más compartimos fue la lentitud de Casa Galicia para cobrar la cuenta. Desde el instante en que al restaurante le hicimos partícipe de nuestro deseo de pagar el festín (lo que habitualmente precede a la acción de salir del local), hasta que tuvieron a bien cobrarnos (y por tanto efectuamos la acción mencionada en la línea anterior), el tiempo pareció congelarse. Es difícil explicar, sin imágenes, el desasosiego que nos invadía entonces.
Si hay imagen, sin embargo, de un César artista...