martes, 31 de diciembre de 2019

El fin de la saga

Un nuevo año se acerca, y Parque Bilbao ya va camino de su 24º cumpleaños. En este homenaje navideño aparecen todos los jugadores que tuvieron ficha en alguna temporada, más dos entrenadores que en cierta época ayudaron a llevar el equipo.
 
 
 Hace un montón de años, muchos ya,
nació el primer Parque; el de Juanki e Iván.
Muchas han sido las alegrías, los festejos y celebraciones,
mas también las tristezas, los errores y las decepciones.
23 años han pasado ya,
varias generaciones nos han visto reír o llorar,
muchas ilusiones para olvidar o recordar,
muchas historias en un club sin igual.
Muchos años han pasado ya,
desde nuestra primera navidad,
y aún te seguimos queriendo,
club de amigos; el Parque de verdad. 
  
 
  
                         

 

Aunque en los últimos años ciertos personajes nos hayan tentado a unirnos al lado oscuro, confío en que la fuerza vuelva a ser poderosa; en que haya una nueva esperanza para Parque Bilbao... 

 
 
 
 




                                           
 
 
 
 
 



 

Recuerdos fugaces (15)


(17-06-2019). Es el último día de este curso para entrenar. En realidad, como ya suponía, hoy no ha venido nadie. Voy a cerrar y entregar las llaves del colegio, dando por finalizada nuestra temporada 2018-19. Pero antes, como suelo hacer cada año por estas fechas, echo un último vistazo al campo de juego. Contemplo en silencio a este mudo testigo de nuestras victorias y de nuestras derrotas, del griterío y del silencio de la afición, de las canastas quejumbrosas mientras bajan o suben, del frío, y de la humedad que se filtra desde sus entrañas, que tantos resbalones ha causado. Veo en silencio el lugar donde la amama María Teresa se sentaba, donde Carlos se lesionó, donde algunos se grababan mientras intentaban un mate, donde se entregaron los premios en el día de la Afición, donde fallamos las bandejas y donde metimos las canastas decisivas.



(17-06-2019). Cierro un nuevo año de historietas y de recuerdos. Dentro de esa verja queda una larga época, en la que hemos mejorado y empeorado como club, en la que hemos dado la bienvenida a buenos jugadores, y despedido a otros; en la que hemos conocido a buenos amigos. Este campo encierra once años de anécdotas, de sinsabores y de alegrías.
Fuera de esa verja hay una nueva etapa, un camino que recorrer, un mundo aún por conocer, un sueño o un fracaso por vivir. Marcho en silencio, igual que llegué.



Me cuesta tanto olvidarte

 

lunes, 30 de diciembre de 2019

El clavo ardiendo

Hace más de 23 años eché una mano en el nacimiento de un nuevo club federado de baloncesto...
Cuando desempeñé la labor de entrenador por primera vez, en uno de los primeros partidos de la temporada de nuestro debut, no me imaginaba, ni por asomo, que aquello se convertiría en una costumbre. Es más, en los primeros partidos dirigiendo a aquel primigenio equipo, pensé que esa faceta sería pasajera y que pronto sería otro el que se encargaría de realizarla; si es que el club continuaba otra temporada más, lo que dudaba por aquel entonces. Sin embargo, el club empezó a cumplir años, y tanto el equipo como yo mismo nos dejamos arrastrar por una inercia, quizá compuesta de ciertas dosis de dejadez y de conformismo, que nos llevó a que siguiera entrenando al equipo un año tras otro. De esta forma, con el transcurso del tiempo, me olvidé de mi inicial idea de provisionalidad, transformándola en una rutina, que en ciertas épocas incluso yo mismo llegué a considerar necesaria, tanto para el club, como para mí. Hubo gente que proclamó que el club no era lo mismo sin mí; pero no era menos cierto que yo no era el mismo sin el club. En ese sentido, no sé quién ayudaba más a quién.

Hace muchos años, más de los que puedo o quiero recordar, oí decir a alguien que me agarraba a un clavo ardiendo. Desde entonces he tenido presente esa aseveración, precisamente por el gran número de veces que me he visto envuelto en el mismo error. Han sido muchas las situaciones en las que, a mi pesar, he podido ratificar que efectivamente me estaba agarrando a un clavo ardiendo. De entre ellas, seguramente las más numerosas han tenido que ver con este club, con Parque Bilbao. Mi continuidad en Parque, en unas cuantas ocasiones, ha sido motivada por ese clavo que no quería soltar. A veces, se trataba de no soltar un equipo con evidentes aptitudes baloncestísticas, en teoría destinado a lograr éxitos deportivos; otras veces, se trataba de ayudar a que el club no terminase definitivamente su aventura. Cada año, si la motivación fallaba, buscaba un clavo al que agarrarme; y en muchas ocasiones, el clavo quemaba.
Mientras buscaba clavos en el techo, en mi entorno cercano la vida miraba hacia delante. La gente reía, lloraba, sufría en silencio, cantaba también en silencio, se alejaba, volvía, e incluso, moría. Mientras tanto, yo seguí buscando clavos a los que agarrarme…
No se puede volver el tiempo atrás. Sí se podía en los cuentos, en los cómic, o en las películas, pero en la vida real parece que no. 23 años después no tengo nada claro quién ha salido más beneficiado y quién más perjudicado de esta vida en común con Parque Bilbao. Lo que sí sé es que ha llegado la hora de dejar de buscar clavos.
 
 
El paso del tiempo
 
 

domingo, 29 de diciembre de 2019

Recuerdos fugaces (14)

 
(Temporada 2017-18). Curiosa fotografía de Mikel, de las fichas federativas del equipo junto a las perchas, emulando lo que sería un vestuario personalizado. Esta temporada está salpicada de iniciativas y de imágenes curiosas, que ponen de manifiesto que hay buen rollo dentro del equipo, sobre todo fuera del ámbito puramente deportivo.
 
 
 

(28-08-2017). En las buenas, y en las malas. Desde Parque se ha tratado de dar apoyo a los lesionados, porque, por encima del juego y de las estadísticas, está la persona. Aunque no siempre haya sido así, aunque en ciertos momentos nos hayamos olvidado de las personas, y por tanto, de lo que somos o de lo que pretendemos ser (y por ello, por supuesto, debemos pedir disculpas), hemos intentado no desviarnos demasiado de una antigua idea: la de ser un Club de Amigos.
 
 
 
(1-06-2019). Los titulares del partido de la Afición cantan el himno de festejos de Parque Bilbao. Desde tiempos inmemoriales, desde que estas estrofas se cantaron en el club por primera vez, han pasado de equipo en equipo, de generación en generación, al objeto de que perdure entre nosotros su jovialidad. Sin embargo, como demuestra el vídeo, no todos conocen aún la letra de esta dicharachera canción, por lo que la recuerdo nuevamente:
 
"Caben litros, caben litros,
caben litros en mi barrigón,
muy fresquitos y espumosos,
espumosos igual que el jabón.
Si algún día 20 litros no lograra poderme beber,
no te creas que ya no me gusta,
es que me dura el morón de ayer. Chimpón."
 
Si bien es verdad que nuestro himno se asemeja un tanto a otra conocida canción, no es ni tan siquiera comparable el espíritu festivo que irradia una y otra. Como prueba, incluyo a continuación la otra versión, la más famosa.
 
 
Clavelitos
 
 

Recuerdos fugaces (13)


(22-10-2016). Este es el primer selfie de Parque del que tengo constancia gráfica. Se realiza tras la segunda victoria de la temporada, con Balmaseda de rival. Esto de hacerse selfies tras una victoria, que comienza en esta temporada 2016-17, se convertirá, prácticamente, en hábito durante la temporada siguiente.


 
(7-10-2017). Segunda victoria de la temporada 2017-18, en la cancha de Ugeraga. Este será el año de los selfies.
 
 
 
(10-02-2018). Importante victoria contra Loiu, en nuestra cancha. Como indican los propios protagonistas, es el 6º triunfo de la temporada.



(4-03-2018). Este es el selfie "olvidado". A diferencia de los demás, que se realizan dentro del correspondiente vestuario, en esta ocasión los protagonistas se han olvidado de continuar la costumbre del selfie victorioso, y por ello lo llevan a cabo en el exterior del colegio Zurbaranbarri. En el selfie faltan dos de los nueve jugadores que han ganado muy cómodamente a Bar Jaque Portugalete; la que supone, como señala Mikel, la 7ª victoria de la temporada (y penúltima).
 
 

sábado, 28 de diciembre de 2019

Recuerdos fugaces (12)

Como subrayaba en la entrada anterior, aunque el guionista busque nuevas ideas para animar y mejorar el día de la afición, son los protagonistas los que de verdad pueden lograr que esta jornada sea inolvidable. Y en este sentido, Plato es un animador nato, y su presencia en este tipo de festejos resulta inestimable.
(11-06-2016). En el día de hoy, él es el encargado de presentar un importante premio como es el de Mejor compañero. Dejaré que las imágenes, más que las palabras, describan lo que ha sido uno de los momentos más hilarantes en este tipo de celebraciones.
 

Plato comparte con la concurrencia alguna reflexión sobre el valor del premio en cuestión.

 

Son presentados los nominados (cualquiera de ellos se merece el premio).



Comienza los preparativos de su "chow". Algunos lo miran alucinados, mas tratándose de Plato se pueden esperar cualquier cosa.
 
 
 
Plato realiza la "performance". Una mesa, digamos, de restaurante; un gorro, digamos, oriental (echándole imaginación); comiendo con palillos... Resulta, digamos, evidente, que Plato nos está indicando que el premio de mejor compañero es para Rubén (alias "chino").
 

 
Y como hace Plato, un aplauso para los tres nominados, y para el propio presentador del premio, que una vez más ha demostrado ser el gran capitán de los festejos (ver El otro capitán).
 
 
 

Recuerdos fugaces (11)

 
(11-06-2016). Una de las novedades de la entrega de los premios de esta temporada, es que se nombra a los más votados, y en lugar de proclamar directamente el ganador, se deja que el público y los propios nominados adivinen quién será. Para ello, los presentadores de varios de los premios portan algún objeto, o se visten con alguna indumentaria, que dé una clara pista de a quién corresponde el premio en liza (ver El partido de la Afición (13). El gran chow). En la imagen, Mauri sale de entre "las bambalinas", ya disfrazado con una camisa propia de las noches discotequeras, que permite adivinar que Gonzalo es el ganador del premio.
Es en momentos como este en los que resulta evidente que, no solo importa lo que el guionista haya ideado para hacer más agradable el festejo, sino, y sobre todo, la implicación de los protagonistas. En este sentido, Mauri ha contribuido a que este haya sido uno de los mejores momentos del "chow".
 
 
 
(11-06-2016). Es el momento de la despedida. Estamos a punto de dejar el Txakoli Abasolo, para continuar la fiesta en otra parte, mas lo que no sabemos es que va a ser la última ocasión en que celebremos aquí la comida del día de la afición, puesto que este emblemático mesón cerrará sus puertas unos meses después (ver Las tardes del Abasolo, y Célebres centros gastronómicos (2)).
Nos conformamos con un menú de cervecera sin grandes pretensiones, porque lo que en realidad pretendemos es reunir, aunque sea una vez al año, a una buena parte de la "familia" de Parque Bilbao. Y en esto, el Txakoli Abasolo ha cumplido un importante papel.